12.8.06

Volcar a la realidad





Sé que el precio que tengo que pagar por no mostrar quien soy, es que vuelques tu imaginación en otro. El precio es alto pero, mis palabras son para ti, y eso es lo único que me importa en este momento.
No puedo dejar de soñarte sin conocerte, quizá ese anonimato que poseo en este lugar de los sueños, me crea una pequeña esencia de superioridad. Tú sonrisa me cautivó, tú cabello me apasionó y tu mirada me enloqueció nada más darme cuenta que eras tú a la que yo quería.
Sabes bien que no te veo, pero lo que no sabes es que los sentidos siempre están alerta. Tus labios dulcifican mis besos en extremo. Tu olor invade el pequeño espacio que hay entre los dos. Tu piel abrasa las yemas de mis dedos. Tus pupilas dicen que ardes de furtivo deseo. Y el sonido que producen los gemidos han desatado a los cuerpos.
Nuestros corazones bombean demasiada sangre por segundo mientras de nuestras manos brotan sabias caricias. El sudor que cubre nuestros cuerpos se transforma en agua bendita, el aliento de la respiración en éxtasis y tu sexo en mi templo.
Me convierto en creyente por un día, adoro irreverentemente a tus muslos y tu espalda inmaculada me produce vértigo. Puede que el infierno se apague, que el cielo se estampe contra la Tierra, pero yo seguiré aquí ante mi diosa del deseo.
Pronto descubrirías que en este tiempo he dedicado mi estudio a los pliegues más íntimos de tu cuerpo. Dibujando sin miedo las depresiones y valles de tu cuerpo. Recorriendo con el tacto la contundencia de tus blancos pechos; los oprimo suavemente, los compacto, los acaricio y los besos hasta perder mis dedos entre tus piernas y cediendo a la magia del momento todo nuestro protagonismo y deseo.
Los cuerpos van cediendo y perdiendo la simetría formada en danzarines arabescos ejecutados en un compás invisible. La calma tras la fuerte marea llega en forma de ternura cohibida, me acunas como a un niño notando mi aliente rozar entre tus húmedos pechos desnudos. Sonríes y te sonrío. Apartarás de mi el odio que sentiste. Volverán a brotar de mis manos caricias rebuscando entre tu melena alborotada el nacimiento de cada uno de tus cabellos.
Te vestirás lentamente recordando como perdiste cada prenda que llevabas puesta y poco a poco sólo quedará en ti el recuerdo de esa noche cuando mi aliento jugaba con tus pezones y el elixir que produjo entre nosotros tanto rozamiento.
Así me despido, con un sueño divino que cambió el devenir de nuestra historia y con un jadeo apagado en espera de tu cuerpo... (tiempo al tiempo)

No lo he escrito yo........

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