14.4.08

Soledad, por mucho que no quieras


Las calles se abren a su paso, solitarias, envenenadas de sus recuerdos y distintas desde la última vez que paso por ellas. Está oscuro y pasea por la acera que se vuelve cada vez más estrecha. En el alma revolotea su soledad y el sentimiento que ese libro ha despertado en ella.

Es distinto, se ha dicho, pero según avanza en las hojas se va dando cuenta que se ve reflejada en todas y cada una de las palabras que ese escritor al azar ha plasmado con el mayor de los encantos.

Madrid es tan grande…

Y a veces, como esta noche, pasea por las calles del centro aún arriesgándose a que alguien le salga al paso o algún coche la atropelle como a la protagonista.

La soledad se hace más grande y más patente según avanza por esa calle donde no se oye ni un ruido. Aún así no siente miedo y sigue mas adentro, y es como si se estuviera internando en ella misma, buscando algún despojo de aquel momento, o de aquella vivencia de la que vive colgada sin saber por qué. Sigue andando, y acelera el paso al mismo tiempo que se acelera el corazón que se ha echado a correr cuando en el fondo ha distinguido una sombra que parece esperarla desafiante y a la vez acogedora.

Le gustaría pensar que Madrid la espera al fondo, que alguna aventura más la está aguardando al fondo y que sus pasos son el producto del final del camino para volver a ser o parecer la que fue en algún momento ya lejano.

Madrid sigue siendo grande…

Tan grande se la antoja que no llega, y por el camino desea que haya alguien al final donde poder refugiarse y esconder la cabeza y volver a volar con la imaginación para no tener que dar explicaciones, o tan solo volver a no asumir responsabilidades propias de la edad o del momento.

Y mientras corre… se ha acordado de él.

Su sonrisa es grande, igual que sus ojos. Y su presencia llena la estancia. Llena Madrid. Por un momento ha pensado que cuando llegó fue la inercia la que la empujó hasta aquí. Ha querido olvidar que las cosas pasan por algo y que nada es producto de la casualidad, ni del momento. Todo esta planificado, todo es enérgicamente atrayente. La física, la química, el cosmos, el universo… y al final de todo eso, de lo grandioso que es todo el universo están sus ojos y su sonrisa que todo un universo valen.

Sigue caminado ahora, pero no le ve, sigue en la oscuridad, sigue buscando a alguien donde refugiarse, sigue necesitando.

Ahora es el protagonista del libro. Un futbolista de fama y prestigio al que en un par de meses se le trunca el destino para deshacer profesión, vida y comité. Parece que la vida no tuviéramos que cuidarla, como ya es nuestra…

Y se sienta y piensa en las veces que cuidó su vida. Anduvo más preocupada en alimentar amores, amistades, familiares, que en alimentar su propia vida, su centro, su eje, su verdadero motor. Vivir de sus emociones lograría enriquecerla, pero ella no lo sabe todavía, se desata una zapatilla y empieza a ser consciente de su pie, de su cuerpo, de su libertad, consciente de las ataduras a las que se ha sometido sin tomar las riendas de su propia vida. Y es ahora cuando lo entiende todo.

La soledad es grande, es grandiosa, es atractiva, es su compañera, su novia, su madre, su amiga. Su soledad es lo mas grande que tiene, quien nunca la va a abandonar. Su soledad es aprender a convivir consigo misma, es la forma mas humana de amor a uno mismo y por lo tanto al resto. Así que comprende que la soledad por mucho que te empeñes, es lo mejor que la puede pasar.

5.4.08

Solo hay amor




Solo hay amor

Entretengo el llanto y domino el mundo,

aunque quiera no me puedo contener,

y reclamo a gritos hasta que me hundo,

y alzo las manos hasta desfallecer.

Entre tanto se debaten corazón y alma,

en lo absurdo y hasta en lo irreal,

saco fuerzas de donde no hay nada,

y me envalentono cuando dejo de llorar.

Pero hoy he mirado al frente con dulzura,

en vez de mirar a mi alrededor.

Un camino largo se abre como nunca

una senda por donde pasamos dos,

y en mis ojos no existen amarguras,

y en tus ojos como siempre, solo hay amor।



Mariajo

3.4.08

Echar de menos


Hoy necesito dirigirme a ti y quererte con la misma intensidad que cuando te maltrato y dedicarme a ti en cuerpo y alma que transformo en estas letras, quiero sentirte y hacerte valer todo cuanto te mereces. Eres valiente, pero hace un tiempo que te noto distinta, acobardada, escondida tras esos kilos de grasa que no puedes negar y que hacen de ti una persona introvertida y a veces antisocial.

Recuerdo…, te recuerdo entonces cuando nada te paraba, tu siempre estabas, siempre ibas y venias, te atrevías con el mundo como el mundo se atreve hoy contigo. No te escondías de nadie. Hoy todo es distinto.

Veo una inseguridad, una necesidad de protección que no te corresponde, no corresponde al decálogo de necesidades que siempre has tenido. Ahora pides mucho más, antes todo era distinto. Y parece que me anclo en el pasado y ya habíamos decidido que hay que mirar hacia delante. Lo que nos espera es mucho mejor, aunque es distinto.

¿Qué puedo hacer para que las emociones que antes te albergaban vuelvan a saber y a sonar como estas que tienes ahora o las que vendrán?

Supongo que esta es la crisis de los treinta y cuatro. Una crisis efímera e irreal. No existe, no está aquí. Solo la creo hoy para poder poner excusas a lo que escribo y no sentirme tan culpable al pensar la verdad.

Hoy necesito hablar de ti, de los adentros que te acompañan, de los afueras evidentes. Vuelvo a poner mis fuerzas y mi mente en quererte tanto como te mereces sin darte concesiones que no te has ganado y sin embargo a veces me siento desfallecer. Aun así te quiero.

Te quiero tanto que me dueles. Tengo tan impregnada tu esencia en mí, que hasta cuando estoy alegre me dueles. Y no se que hacer para hacerte mía y dejar de ser dos.

Igual parece que esto no se supera, a veces parece el camino mas largo que he recorrido jamás. Confesaré que ha sido espléndido, ha sido fantástico y el mejor de los caminos que he andado. Cuando todo era luz, y eran prados, y esos verdes se teñían de esperanzas que aun hoy se visten de fuerzas para seguir un poco mas como ella nos enseñó.

En serio que necesito salir. En serio que necesito mi casa y mi árbol y mi prado y mi rio y mi patio chino… ¿por qué no? Si en ellos me veo reflejada y me siento en paz. Y en ellos te calmas y parece como si también me quisieras…

A veces lo echo de menos y como hoy mis letras adquieren el tono de la melancolía, pero es falso. No me siento así. No estoy melancólica, no estoy apática ni sombría. Estoy radiante de volver por un momento a entrar en mi mente para poder hablar contigo. No quiero volver a perder esta comunicación, así que, por favor, ten encendido siempre el “móvil”

Te quiero

6.3.08


Bajo este silbido que me penetra para pensar en ti detengo el mundo, y me muevo despacito, no se me caiga el silencio a los pies y empiecen de nuevo los ecos y las voces.

¡Escucha! ¿No lo oyes? Late tu corazón tan fuerte por mí que hasta me ruborizas. Y yo a cambio te detengo el mundo, a cambio de ese latido entrego mis sentimientos y te amo y me duele de lo que te amo, y a cambio de tu latido me ofrezco sin más y todo lo que te entrego me sabe a poco, a cambio de lo que tengo yo solo quiero escuchar ese latido una vez más.

¿Sigues sin oírlo? Entonces entiendo que no escuches a veces mis silencios, a veces entiendo que no escuches lo que a voces te estoy pidiendo. Y aunque siento y padezco la enfermedad de mi misma, de este absurdo ego, entiendo que no veas cómo me siento.

Y vuelvo a caer en lo mismo, y siento como si muero. A ratos me envalentono, a ratos ya no me quiero. Lo que nunca, nunca cambia es lo mucho que te quiero. Y a ratos sé que me quieres, y a ratos se que te quiero, pero este maldito cerebro me mata los sentimientos. Y me vuelve vulnerable, y me seca los alientos, y se ceba con mi alma, con mi quietud, con mis anhelos. Mata mis esperanzas, pisa todos mis sueños, vive y espera agazapado esperando su momento, en el que sale rabioso y puesto, descansado de mi sueño, fuerte e impenetrable, incesante y más eterno.

La música hoy no acompaña, ha despertado a aquel genio, el que dormía en su camita, el genio… ¡ay, aquel genio!.

Salía de su guarida, constructivo y en silencio, y se paseaba por mi mente, por mi casa y mis cuadernos, y dejaba derramados lágrimas, risas y mas silencio.

Tu lo llamaste “musa” , pero se quedó sin argumentos, y ahora a veces revive, como si solo hubiera sido un cuento, en el que había una vez un hada que desvelaba encuentros, y que un día rompió su varita, lo requería el momento. Y eran y son felices, los pipiolos de este cuento, pero a veces la princesita necesita volar al cielo, donde una hoja se tiñe de blanco para darle color al suelo, y lluevan letras de colores, y brillen lágrimas de alegría, y se enciendas velas de bronce… y se tiña de azul su melancolía.

¡Aquellos tiempos no fueron mejores!

Así que si ves que a veces delirio, pellízcame cuando acabe.

21.1.08

Mártir



Mártir

Sale en la cabeza atormentada,
con ecos de tremenda regañina
y se vuelve una niña malcriada
cuando todo en su cabeza desafina.

Y mira hacia dentro y ve vacío
y siente su profunda soledad
y vuelve y se refugia, y solo siente frío
tienta y a veces vuelve la vista atrás.

Se le saltan los sentidos de las manos
se dibuja una astilla en su pobre corazón

Se disfraza de mujer hipervaliente
y mira al frente con orgullo, sin convicción.

En el ego se le ve una mancha negra,
quizá mires y no lo sepas ver,
pero a oscuras y junto a estas letras
se ve todo lo que puedes ser.

Una víctima que llueve de los mártires,
una saga de tiempos de un ayer,
mas mentiras contadas sin vergüenza
fantasías que jamás olvidaré.

¡Qué pena que no leas poesía!
¡Qué pena que no leas mi canción!
pena es que desperdicies así tu vida
y que no siembres en tu huerto mas amor.

Mariajo 13/01/2008