17.8.07

Voy a.....


Aquí vuelvo, con la sensación añeja que dejabas antes en mí elevada a la máxima potencia. Creyéndote dueña de mi sentir y de mi persona. Vuelvo a sentir que pierdo la voluntad y a veces hasta el norte, que vivo por y para ti. Que aunque te veo de lejos te dejo llegar, y te dejo entrar, y seguir, y seguir y seguir…
Ahora me debes mil tardes de vida y sentimientos enfrentados, ahora tengo la voluntad alrededor de tu cuello esperando hacerte el nudo mortal y estrangular tus pretensiones.
¿Cómo lo hiciste? ¿Cómo volviste sin que te vieras?¿Cómo te instalaste en mi casa y en mi cuerpo?¿Cómo fuiste capaz de volver con lo que yo te odiaba?
Pero estas aquí, endemoniadamente posesiva y posesivamente endemoniada. Y me miras desde el otro lado, y te callas… y maldito ese silencio que me mira desde lejos y maldita tu mirada. Y malditos que sean mis juicios sin remedio ni siquiera voluntad para sanarlos.
Has vuelto, pero te se y te reconozco. Te veo ahí sentada viendo pasar el tiempo por detrás de esa almohada que me pegas a la espalda y me siento sobre ti y te lo permito. Sumisa.
Me gustaría volver a echarte de mi vida. Pero se que hice algo mal. Tal vez no debi sacarte de ella. Tal vez sentiste un abandono fuera de lugar. Tal vez la solución sea hacer las paces y empezar a convivir contigo misma… conmigo misma.
Ahora siento un abandono especial de mi para ti. Y siento un vacio inexplicable del que voy a salir porque se que aun no es tarde.
Y voy a mirarte en el espejo y voy a regalarte la mejor de las sonrisas… igual te regalo un te quiero. Porque hace un año que te conozco, un poco mas si acaso. Y revivo historias que no son lejanas e igual me ayuda ese viaje a Oriente donde te vi por primera vez.
Voy a viajar para mirarte, para encontrar el perdón que necesito. Voy a visitarte en tu casa en tu guarida, en tu reino… en mi paraíso. Y entrare despacio y a hurtadillas, para mirarte sin ser vista. Y notare como tocas el agua y beberé de ese rio que pisas, y me sentare a la sombra de ese árbol y descansare en tu casa porque ahora ya no me parece maldita.
Y parece mentira que a lo largo de las letras que escribo, a lo ancho del papel que las calcan, estos breves minutos me hayan hecho sentir… Que hoy y mañana y siempre podré convivir contigo.

Mariajo

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